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martes, 21 de enero de 2014

ALBORADA



ALBORADA




           Alborada, ataque al amanecer .

               Una de las acepciones más conocidas de alborada es: “toque o música militar al romper el alba, para avisar la venida del día”. Pero tiene otras, como: “acción de guerra al amanecer”, “composición poética o musical destinada a cantar la mañana” y “música al amanecer y al aire libre para festejar a una persona” .

Todas ellas tienen un denominador común, ser acciones desarrolladas al amanecer, por ello alborada adquirió tales significados haciendo uso del simple fenómeno de la metonimia a partir de su valor original como “tiempo de amanecer o rayar el día”.

Además, todas las acepciones de esta preciosa palabra presentan otra característica, que se pueden agrupar en dos clases, una militar y otra artística. Tanto unas como otras están compuestas por el sustantivo albor y el sufijo -ada.

Su origen etimológico se encuentra en albor, derivada de la misma voz latina, que significa “blancura, amanecer, luz del alba”, a su vez de alba, femenino de albus: “blanco, pálido, brillante”, “el amanecer, las primeras luces del tiempo de rayar o despuntar el día”. El sufijo -ada le da el sentido de “posesión” resultando, por tanto, para alborada el valor de “que tiene blancura o luz del alba”.

Coinciden en el mismo origen, el portugués alvorada para los dos géneros militar y poético. Otros idiomas emplean palabras distintas, como el catalán, auba y aubada, aunque conserva el mismo origen para ambas. Los hay que utilizan palabras con orígenes diferentes, como el italiano con la misma fuente española para su alba: “alborada militar” y a otra latina distinta, mattinata, para la “alborada poética”. El francés mantiene el mismo origen que el español en su alborada poética aubade y crea su propio término para la militar que designa pointe du jour.
    La alborada militar
Entró el alba por la ventana del idioma romance con el sentido de “amanecer, las primeras luces del día”. Así lo empleaba Cervantes en su genial obra Don Quijote: “La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo”. Y así lo empleaba la milicia, como “último de los cuartos en que, para los centinelas se dividía la noche”, coincidente con las primeras luces del día.
Igualmente, penetró alborada o alboreada en idioma romance, guiada por la luz del alba, para referirse a las “acciones al amanecer”, con la primera luz del día. El hecho de ser un vocablo utilizado por Gonzalo de Berceo, que escribió sus obras entre 1220 y 1250, denota su uso en el romance castellano.

Alborada se instaló en la vida militar con valor de “acción de guerra al amanecer” y para que las tropas se preparasen se daba alguna señal con instrumento o toque de música militar al romper el alba; estas señales o toques también se bautizaron, por metonimia, como alborada.

Finalmente, por extensión, recibió este nombre el toque militar dado al amanecer en cuarteles y campamentos para que la tropa se levante y anunciar el comienzo de los actos del servicio diario, también conocido como diana

Además, la alborada se conocía antiguamente como albazo: “sorpresa y rebato al despuntar el día”, probablemente de cuño americano. Sin embargo, ha sido adoptada por la Real Academia Española de la Lengua como palabra castellana, definiéndola lo mismo que alborada, por la acción de guerra al amanecer.
La alborada artística
Alborada en el arte tomó, por metonimia, los valores generales de “serenata matutina para solemnizar una fiesta” y “canto matutino de las aves” y el particular de “género popular, literario–musical, propio de Cantabria, Galicia y Valencia”, donde se encuadran la “serenata al amanecer”, la “composición poética o musical para cantar la mañana” y la “canción trovadoresca referida a la separación de los amantes al alba”. Por extensión, adquirió el significado de “serenata, canto” en general.
Después se ampliaría su uso a toda la geografía española para referirse a la “música al amanecer y al aire libre para festejar a una persona”.
Es posible que el origen de estas composiciones se encuentre en ciertos himnos o cánticos religiosos con reminiscencias clásicas latinas, haciéndose eco de lamentaciones e improperios de los amantes cuando veían interrumpida su felicidad al amanecer al ser avisados por un vigilante para prevenirles de la llegada del marido o de curiosos correveidiles.
Fueron composiciones empleadas a partir del siglo XIII para cantar la llegada del nuevo día, como símbolo de pureza (la blancura, la claridad), mientras se increpaba a la noche, su antagónico, como símbolo del pecado (la oscuridad, la negrura).

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