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martes, 21 de enero de 2014

ALBARRANA (TORRE)









ALBARRANA (TORRE)


Torre albarrana



       En la Edad Media todo el litoral español del Mediterráneo estaba lleno de unos puestos de observación conocidos como torres albarranas. Construidas de obra, con planta cuadrada o circular y una altura entre cinco y diez metros, servían de atalaya para que unos vigías desde lo alto  dieran la alarma al divisar la llegada de barcos enemigos por Oriente.
Antecedente rudimentario, pero eficaz para su época, de las actuales estaciones repetidoras de señales electromagnéticas que, diseminadas estratégicamente por las cumbres de las montañas más altas, posibilitan oír la radio o ver la televisión a miles de kilómetros del lugar de emisión.
Se trataba de un sistema primitivo, consistente en la transmisión de la información con señales de humo de día y luminosas con hogueras de noche. Sin embargo, era eficaz ya que se tardaba pocos minutos en difundir la alerta desde que las torres de las costas de Almería o Málaga divisaban las flotas enemigas hasta que llegaba a  los puestos del litoral gaditano.
Estos puestos de observación recibieron el nombre de torres albarranas, probablemente, porque la palabra procede del árabe al-barrana, que quiere decir “la de fuera”, “la silvestre”, derivada de barr: “campo”. Alusión acertada para la época en que dichas torres se levantaban aisladas en las afueras de los núcleos poblados o porque su finalidad era, precisamente, la de alertar sobre los que venían de fuera.
Su incorporación a la lengua romance tendría lugar a través de la voz hispanoárabe al-barranî: “el forastero”, después de perder la -i, lo cual era algo regular, introduciéndose la variante al-barrano por influjo del sufijo romance.
Aparece albarrana en el siglo XIII, en el Libro de los Cavallo. El término cebolla albarrana figura en el Dictionarium de Antonio de Nebrija, llamada así por criarse en el campo y no en las huertas. Como torre albarrana se cita en La Gran Conquista de Ultramar de hacia 1300, la torre situada extramuros.
 Evolución histórica
Aunque la denominación torre albarrana data de la Edad Media este tipo de construcción se remonta a la época del imperio asirio-babilónico, del que se conservan restos de torres de defensa adosados a las murallas de Nínive y Jorsabad.
Después, fueron utilizadas por griegos y romanos, disponiéndolas junto a las puertas de los recintos fortificados o distribuidas regularmente a lo largo de las murallas, denominándolas simplemente turris: “torre”.
Pero se debe a los árabes la autoría del apellido albarrana, aplicado para definir a “las de fuera”. La palabra pasó al romance, donde albarrano significaba “extraño”, “forastero”, según puede constatarse en los Fueros de Aragón de hacia 1300.
Por la misma razón se denominaron torres albarranas las construidas antiguamente fuera de los muros de lugares fortificados como medios defensivos o atalayas para alertar sobre la aproximación del enemigo. Asimismo, recibieron tal nombre las torres construidas en determinados puntos de las fortificaciones o murallas de las ciudades como si de potentes baluartes se tratara.

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