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martes, 21 de enero de 2014

ADARGA



ADARGA


Adarga de piel de toro, empleada por los oficiales españoles lanceros en la Batalla de Pecos, 1748.


                           

             La adarga era una antigua arma defensiva, inmortalizada por Cervantes en su famosa obra Don Quijote de la Mancha, que comienza así: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”.
Adarga, originalmente, definía el escudo ovalado o con figura de corazón, hecho con cueros dobles cosidos y engrudados. Los más grandes se denominaron darga o atareca y según el tipo de piel: vacaries, las de cuero de vaca y dargadante, dante o de ante, las de otras pieles, llegando a confeccionarse con la de reptiles o paquidermos para darle mayor resistencia. Con el tiempo pasaría a ser el nombre genérico de cualquier escudo y en Heráldica la denominación del blasón o escudo de armas.
Pudiera parecer que deriva de la voz tarja, tomada de la francesa targe, con origen en la germánica targa, que define el escudo grande que cubría todo el cuerpo y, en concreto, la pieza de la armadura aplicada sobre el hombro izquierdo como defensa contra la lanza contraria. Sin embargo, y aunque ambas palabras signifiquen casi lo mismo, no deriva una de la otra, al menos directamente.
Según algunos autores entró en lengua romance procedente del árabe addarca o dary: "embrazar”, probable derivación por metonimia de la “abrazadera” que llevaba el escudo por la cara interna para sujetarse al brazo. Para otros, como Corominas, de la voz árabe dáraqa, que designa específicamente el “escudo hecho de pieles”, demostrado por la existencia de la d- y la aglutinación del artículo árabe. 
El origen árabe de adarga queda documentado a principios del siglo X por Abendoraid y a finales del mismo por Yauhari en su diccionario que sienta las bases para la lexicografía del árabe clásico. Como dáraqa y dáraka figura en el diccionario anónimo latino-arábigo, arábigo-latino, publicado sobre un códice español del siglo XIII, atribuido al teólogo, misionero y arabista catalán R. Martí. Bajo las formas daráca y dárca, en el Vocabulista arávigo en lengua castellana, 1505, de Pedro De Alcalá.
Curiosamente, dáraqa, a pesar de ser palabra árabe, no tiene sus raíces en esta lengua, ya que el sustantivo dáraqa no deriva del verbo dárraq: “amparar, proteger”, sino al contrario. Por tanto, es posible que se trate de una palabra tomada de algún idioma oriental, puesto que tampoco tiene relación con la voz europea targa. Los árabes hicieron de ésta sus formas tárga y târiqa, para definir un tipo de escudo utilizado por los caballeros cruzados, como puede verse en el Suplemento a los Diccionarios Árabes, de R. Dozy, obra básica para el estudio del mozárabe, del árabe vulgar y del árabe de la Baja Edad Media.
La teoría, más probable, sobre el origen de la voz adarga es que del cruce entre las árabes dáraqa y tárga salieron las vulgares dárca y addarca: “embrazar”. De ésta nació la hispano-romance darga, y después adáraga, pasando al castellano antiguo como adarága, terminando en castellano y en español como adarga. También, evidencian tal origen las palabras catalana darga, portuguesa adarga y francesa adargue; sin embargo, la italiana targa y la alemana tartche proceden del germano targa.
Darga, adargar y adarguero
A veces, darga se ve usada por daga, como en el Arte Cisoria, del marqués de Villena:  “Conociendo sus cueros menos duros que de bestias ficieron armaduras de cueros crudos taurinos al comienzo; despues de fierro que nou temiese las uñas agudas e dientes fuertes de las bravas alimañas, nin aun la fuerza de otros omes, añadieron a sus manos espadas e puñales, e dargas en lugar de uñas...”.
Del sustantivo adarga derivó el verbo adargar, con el valor original de “amparar, cubrir, guarecer con la adarga” y después, por extensión, el de “amparar, cubrir, guarecer con cualquier objeto para defenderse” y, en sentido figurado, el de “defender, resguardar, proteger”, “protestar” y “escudar con cualquier pretexto”.
Adarga también produjo adarguero, para designar al soldado armado de adarga y a quien la confecciona. Es una simple composición, a base de adarga y del sufijo -ero del latín -arius, que en los sustantivos suele significar oficio, profesión o cargo.
Evolución histórica
Las primeras noticias sobre el uso de adarga datan de principios del siglo XII, encontrándose en el Cantar de Mio Cid en lengua romance bajo la forma adágara. En la General Estoria de Alfonso X el Sabio figura en castellano antiguo, por metátesis, como adáraga a mediados del XIII. En el Poema de Alfonso Onceno aparece en castellano, en su forma definitiva de adarga, por simplificación fonética, a mediados del XIV.

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